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¿TENGO HAMBRE O GANAS DE…?

En ciertas ocasiones caemos en conductas donde solemos comer por motivos emocionales y no necesariamente por necesidad fisiológica, sin embargo no siempre nos damos cuenta y es por ellos que los volvemos hábitos, y luego cuesta quitarlos del diario vivir ya que dependemos de esa comida innecesaria.

¿Quién no se encontró alguna vez mirando la heladera sin darse cuenta de por qué la había abierto? o simplemente a media tarde mientras trabajamos y queremos darnos un descanso vamos a la estantería por una galletita. ¿A quién no le pasó el haberse comido una caja de chocolates simplemente por aburrimiento, o comerse una bolsa de chips mientras estudia par aun examen, habla con alguien, ó al estar frente al televisor o computadora?

Estas conductas, de las que nadie esta exento, no necesariamente conforman un problema, pero cuando se vuelven habituales, sobre todo sin hacernos conscientes, el comer se transforma en un acto emocional más que en una necesidad fisiológica.

¿Qué quiere decir el comer emocional? Este es el acto del consumo de alimentos asociados a las emociones como forma de canalizarlas y/o afrontarlas.
En lugar de aplacar el hambre hay un intento de aplacar las emociones. Hasta cierto punto, todos somos comedores emocionales, ya que es muy común escuchar las frase “para el postrecito siempre hay espacio” a pesar de una comida abundante.

Pero en algunas personas, comer emocionalmente puede ser una problema real al provocar aumento severo de peso o ciclos de atracones. Además de afectar a la salud física, el “comer emocionalmente” afecta la salud psíquica, ya que en cuanto acaba el placer del comer, las emociones que desencadenan suelen traer culpa, o permanecen, es decir que el comer no las resuelve, sino que las aplaca mientras dura el ciclo placentero, pero inmediatamente después volvemos no sólo a registrarlas sino que nos sentimos peor por haber transgredido, y habernos comido la cantidad o el tipo de alimento que hemos ingerido.
El comer emocional, suele ser acompañado de comidas grasas o ricas en dulce y carbohidratos, aunque en ciertas personas puede tomar comida saludable pero en gran cantidad.

NO SE COME ANTE ESTADOS DE ANIMO NEGATIVOS
Uno de los principales mitos sobre comer emocionalmente es que lo desencadenan emociones negativas. Si bien sucede que las personas muchas veces recurren a la comida cuando se sienten ansiosas, estresadas, angustiadas, enojadas, tristes, aburridas o solas, también los hacen ante las emociones positivas, como cuando están contentas, de fiesta, en un cumpleaños, de vacaciones, etc.
Se suele asociar a etapas vitales como una separación de pareja, muerte de un ser querido, jubilación, etc., pero son más a menudo las situaciones cotidianas las que hacen que las personas busquen consuelo o distracción en la comida.

Un factor influyente en la conducta alimentaria es el aprendizaje desde pequeños, ya que es la etapa donde se transmiten patrones de conducta alimenticia. Se puede enseñar al niño a tomar la comida en sí como lo es, un alimento, ó, como un premio o castigo. Cuando se utiliza la comida como premio o castigo, se tiende a suprimir una conducta o reforzar un logro, el niño entonces, aprende a asociar la recompensa o el consuelo. SI bien todas las personas tenemos preferencias variadas ya sea por lo dulce o por lo salado, es muy raro encontrar a una persona que canalice la ansiedad con un pedazo de espárrago, lechugas, etc. ya que lo que el cuerpo necesita es activar ciertas sustancias de satisfacción inmediata que lo dan los alimentos ricos en grasas lácteos, o carbohidratos.

Es importante prestar atención a estas conductas y estar dispuestos a cambiarlas. Esto implica encontrar otras formas de afrontar las situaciones y las emociones que hacen que una persona se refugie en los alimentos. Algunos consejos:

– Darte cuenta del porqué cuánto, cuándo y cómo comes. Si sientes hambre, estas aburrido, te sientes ansioso, si lo haces rápidamente, etc.
– Si sientes alguna emoción negativa, toma un rato antes de buscar refugio en la comida y procura ocuparte haciendo una llamada, leyendo, chateando o simplemente un descanso a ver tv sin comida enfrente. En este tiempo considera qué sientes, a qué se lo atribuyes, y qué puedes hacer para resolverlo. Recuera que con comer no lo vas a modificar, puede que so lo agraves la situación.
– Lleva registro de las horas y los momentos en los que comes. En este diario alimenticio puedes anotar cuánto comes y de cómo te sientes. A través de ellos logras darte de las conductas inapropiadas.
– Busca ayuda profesional. Aunque entiendas lo que sucede, es normal que por sí mismo no tomes completa consciencia y sigas en el círculo. No es fácil “desaprender” los patrones de comer emocional, pero sí es posible. El primer paso consiste en tomar conciencia de lo que está ocurriendo.

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